sábado, 19 de mayo de 2018

"Animación a la lectura" de José R. Cortés Criado.



Por José R. Cortés Criado.

Una labor primordial de los adultos, como educadores, ha de ser conseguir que niños, adolescentes y jóvenes sean buenos lectores, capaces de escoger libros que les interesen y que les parezcan atractivos, para que este interés les lleve a continuar leyendo.  Hay que inducirlos a descubrir el gusto de la lectura en libertad, porque aquella es el agua de la vida que los conducirá a descubrir sus propias lecturas autónomas e independientes del mediador adulto y se haga realidad que el hecho de leer debe ser un fin en sí mismo, y que los libros no muestran el camino de la felicidad. Los libros son la felicidad, aunque sigamos planteándonos eternamente la siguiente pregunta: ¿En qué momento se convierte uno en lector? 

Nos convertimos en lectores desde el instante en que escuchamos el primer relato en nuestra infancia. Ese momento en el que optamos por leer los sonidos que llegan a nuestros oídos es el que nos introduce en el mundo de la lectura, lo que ocurre es que es otra forma de leer, más cómoda y placentera, que no conduce irremisiblemente al mundo de la letra impresa a todos los seres humanos, pero muchos se pierden en el tránsito de un tipo de lectura a otra.

Del esfuerzo que realice la sociedad para fomentar la lectura placentera entre las personas van a depender los resultados que se obtengan en este campo.

Llevar a cabo animaciones a la lectura esporádicamente entre la población, ya sea en los centros educativos o en las bibliotecas públicas puede influir en determinadas personas a la hora de elegir ser lectores o no, pero difícilmente se observarán cambios de conducta entre los asistentes a tales actividades si no son sistemáticas, perfectamente regladas y tendentes a conseguir los objetivos propuestos.

Conseguir que los alumnos de un centro se interesen por la lectura literaria es una tarea titánica plagada de obstáculos y cortapisas pero muy grata de experimentar. Al final de un largo período de actividades alrededor de los libros seleccionados se puede conseguir un amplio grupo de lectores activos que disfruten con los libros, pero no todos los nuevos lectores mantienen ese hábito si el ambiente escolar no lo propicia continuamente.

Formar lectores es una meta muy ambiciosa que debería constituirse en uno de los lemas de toda institución escolar, sobrepasando los tópicos típicos que a modo de mensaje repetitivo quieren inculcar en los alumnos frases como: “la lectura nos hace libres”, “el buen lector aprueba siempre” o “lee que eso es bueno para ti”, todo ello, sin olvidar las afirmaciones de los liberales del siglo XIX, los cuales pensaban que no debía construirse un estado moderno en torno a una juventud y un pueblo ignorantes y analfabetos.

Por último, insistir que no surgirán lectores si nos limitamos a dar teorías brillantes y consejos a unos niños o jóvenes que desean conocer los porqués de la vida y disfrutar de ella activamente. Habría que implicarlos en la compresión y análisis de textos de forma placentera y guiarlos en la selección de libros adecuados a sus intereses y gustos en ese dédalo al que llega a convertirse la biblioteca, considerando “la emoción como el epicentro de toda enseñanza. La emoción es el vehículo que transporta las palabras y su significado. Sin emoción no hay significado, y sin significado no se puede aprender anda.” (Moral Teruel, Francisco, 2015).

No olvidemos que con la lectura aprenderemos a conocernos mejor y a construir nuestro futuro sin olvidarnos de la existencia de los otros, aunque “no necesariamente nos hará más felices pero nos puede proporcionar experiencias que merecen la pena por intensas, por sorprendentes, por increíbles.”(Borda Crespo, Isabel, 2006, p. 182).

Y por último, recordar que nuestra vida no está en los libros, pero en los libros hay muchas vidas que nos ayudarán a conocer la nuestra.

Formar un lector literario en nuestras aulas debe tener como premisa partir de la alegría de aprender, porque este es un sentimiento de ánimo que te despierta la curiosidad, te centra la atención y te anima a llevar a cabo acciones y, además, el ser humano aprende de formas más fácil y placentera.


BIBLIOGRAFÍA
Bettelheim, Bruno: Psicoanálisis de los cuentos de hadas, B., Crítica/Grijalbo, 19868.

Borda Crespo, Isabel: Literatura Infantil y Juvenil. Teoría y Didáctica, Granada, Grupo Editorial Universitario, 2002.

----, Cómo iniciar a la lectura, Málaga, Arguval, 2006.

Bryant, Sara C.: El arte de contar cuentos, B., Biblària, 199513.

Cashdan, Sheldon: La bruja debe morir, M., Debate, 2000.

Colomer, Teresa: La formación del lector literario, M., Fundación Germán Sánchez Ruipérez, 1998.

-----,: Introducción a la literatura infantil y juvenil, M., Síntesis, 1999.

Cortes Criado, José R.: “La imagen y el cuento. Estrategias para crear cuentos a partir de imágenes”, en Escaño Quero, Mª Dolores (Coord.): VI Encuentro Comarcal de Educación Infantil. Comunicaciones, Málaga, CEP de la Axarquía, 1997.

------, “El cuento como tradición oral”, en Escaño Quero, Mª Dolores (Coord.): VI Encuentro Comarcal de Educación Infantil. Comunicaciones, Málaga, CEP de la Axarquía, 1997.

Durán, Teresa: Leer antes de leer, M., Anaya, La sombra de la palabra, 2002.

Farias, Juan: “Notas para una charla de invierno”, Alacena, nº 21, 1994/1995.

Fernández, Victoria: “Panorama a grandes rasgos”, Trabajadores de la Enseñanza, nº 204, 1999.

García Rivera, Gloria: Didáctica de la Literatura para la Enseñanza Primaria y Secundaria, M., Akal, 1995.

2 comentarios:

  1. Sin duda la lectura es mágica. Aprendemos, disfrutamos con otras historias que a veces parecen estar dentro de nosotros.

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    1. Sí, es cierto, y esas historias nos ayudan a conocernos mejor. Pepe.

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